LA FASCIA Y LAS CADENAS MIOFASCIALES

¿Qué es la fascia?

La fascia es un tejido conjuntivo o conectivo, blanquecino y compuesto en su mayoría por fibras de colágeno y agua. Es muy resistente y flexible y puede variar ligeramente en su composición o densidad a medida que envuelve y recubre de forma ininterrumpida el 100% de las estructuras del cuerpo: huesos, músculos, vísceras, vasos sanguíneos, linfáticos y nervios. Va formando capas y pliegues para sustentar o agrupar desde el cerebro y la columna vertebral hasta los pulmones y el corazón o grupos musculares.  Entre las diferentes capas de fascia transcurre el líquido intersticial que fluctúa y la moviliza. Por eso, hablar de fascia es hablar de cualquier estructura del cuerpo, porque no hay estructura que no esté conectada a la fascia.

Elemento de comunicación, que conecta y está presente en todo el organismo

La fascia es ininterrumpida: una gran telaraña que comunica todo y no se corta en ninguna parte, lo que implica que si movilizo o trato una parte, estoy trabajando en el resto. Esto es clave, ya que me permite estar en todos los lados a la vez, trabajando en un extremo e influyendo sobre el otro extremo. El cuerpo es un todo, no puedo tratar una parte, un síntoma, tengo que ver la lesión, el dolor de manera integrada al resto del cuerpo. ¿Cómo está posicionada esa estructura respecto a las demás? ¿Cómo terminó doliendo ahí? El Sistema Nervioso va a recibir información de diversos orígenes: traumáticos (caídas, golpes) pero también emocionales (nervios, estrés, ansiedad), químicos, metabólicos o nutricionales. El sistema fascial va a expresar corporalmente estas influencias que recibe el cuerpo. Si tratamos sólo el síntoma, sin buscar el origen, sin llegar a la raíz de la dolencia, teniendo en cuenta el conjunto de la persona y todo lo que somos, no podremos ser efectivos en el tratamiento.

Buscando el Origen, la integración global en el tratamiento a través de la fascia

Todas las estructuras del cuerpo están en un proceso de intercambio y acomodación de tensiones, es decir todas las estructuras están en permanente movimiento que comienza en el Sistema Nervioso y se transmite de forma continua a través de la fascia a cada rincón del resto del organismo. Esto explica por qué un dolor fuerte en una rodilla puede tener su origen en la columna y una mala posición de ésta. Siendo así, un síntoma podrá corregirse tratando el origen de esa tensión excesiva en un punto distal, que hace que otras estructuras se acomoden en disfunción, impidiendo la correcta movilidad, generando dolor e incapacidad.

Las Cadenas Miofasciales

Sin embargo, estas tensiones no se trasmiten de la misma forma en ni en el mismo periodo tiempo en todas las personas. Ahí es donde entran los patrones posturales y las cadenas musculares como forma de organizar y establecer las cadenas de las estructuras fasciales. Cada cadena miofascial va a tener un patrón de movimiento y de estática que incluye a todas las estructuras. En concreto el método de Cadenas Miofasciales de Fernando Queipo establece 6 cadenas (2 profundas, 2 laterales y 2 antero-posteriores) para tener en cuenta tanto el patrón postural como la movilidad del cuerpo y determinandos puntos donde la fascia se densifica o se expresa de manera más notable, denominados puntos de anclaje. Autores como Beziers, Busquets, Myers, Godelieve… han ido estudiando, profundizando y mejorando la manera de entender y de tratar esta emocionante relación psico-neuro-motriz. Este método nos permite unir todo este conocimiento e integrarlo en el tratamiento Osteopático, Kinesiológico y Miofascial.